No había reseñado nunca a J Cole puesto que no me llamaba la
atención su cercanía al estilo encabezado por Drake, pero estando enterado de
que había acertado sus letras en cuanto a tópicos personales, reflexivos,
políticos y de competencia no pude contenerme para escuchar este disco. Cole
trae la crema en esta gran producción, y es un tipo que no está escatimando con
ponerse en la palestra del rap gringo. Tenemos de preaviso que haya lanzado su
anterior trabajo -Born Sinner- el mismo día que Yeezus de Kanye West.
2014 Forest Hill
Drive tiene un trasfondo digno de un gran disco, de esos que cuentan historias
y mueven los sentimientos del oyente. Empezando con el nombre, es la dirección
de la casa donde Cole pasó su juventud
hasta graduarse del high school en
2003. Cuando se marchó a la universidad, la casa fue embargada por el gobierno
hasta el 2014, año en que Cole la compró. Esta es la historia del joven que
sale a recorrer el mundo y después regresa victorioso a reclamar lo que es
suyo.
La presencia de la
nostalgia es la marca del disco, pero también la construcción de un sueño y el
camino hacia la felicidad según Cole, quien nos lleva a través de un viaje
introspectivo de los años de adolescencia en canciones como 03 Adolescence y Wet Dreamz; desglosa el debacle entre la delincuencia y la
honestidad en A tale of 2 cities y
hace frente a las dudas que la fama siembra en él, estableciendo un claro
desacuerdo con las actitudes arrogantes del ‘Hollywood Cole’.
Aunque el largo cierre del disco –Note to self- como algunas otras canciones, hace énfasis en el
amor, hay espacio para el beef, especialmente en Fire Squad, tema que levantara polémica puesto que hace mención
de raperos blancos como Iggy Azalea, Eminem y Macklemore, copycats de la música negra como Elvis con el rock&roll según
argumento de Cole. En este tema
también se dejan ver algunas habilidades y punchlines bastante serios.
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